Tan rápido como se recuperó la producción (dándole la razón al optimismo oficial que pregonaban un rebote en forma de “V”), es como comenzaron a operar los factores que le ponen un techo. No hay fenómenos nuevos para explicar el agotamiento. Como ya pasó muchas veces en el pasado, el ritmo de recuperación se aletarga por trabas profundamente enquistadas. El techo lo pone un cúmulo de déficits en el diseño de instituciones que condicionan el desenvolvimiento de la actividad productiva, afirma Osvaldo Giordano, presidente del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral). A su criterio, las deficiencias del sistema tributario es una de las principales razones por las cuales la recuperación no empalma con crecimiento sostenido. No es el único factor que le pone techo al crecimiento de la producción, pero, sin dudas, es de los más importantes y complejos de resolver. Este diagnóstico es el que inspiro al gobierno a aplicar una reducción parcial en los derechos de exportación de los principales productos agropecuarios, puntualiza.

En ese sentido, Giordano observa que las rebajas sobre las retenciones tienen más valor por el gesto, que por su contribución a la resolución de los problemas que genera el sistema tributario. “Pero el aporte más relevante es que pone de manifiesto las paradojas y contradicciones a las que lleva la estrategia gradualista de supeditar la eliminación de los tributos que quitan competitividad a la baja del gasto público”, destaca.

Impuestos que urge eliminar

En una evaluación rápida y conservadora, los impuestos que urge eliminar -porque que son una clara traba para la producción- suman el equivalente a más del 7,6% del PBI. En orden de importancia, considerando la recaudación que generan, este cómputo incluye Ingresos Brutos, cheque, derechos de exportación, sellos y tasas municipales sobre las ventas. “Hay otras imposiciones que se necesita revisar y moderar su impacto (por ejemplo, las contribuciones patronales) pero en un planteo de minina el desafío es eliminar (no simplemente reducir) estos cinco tributos que aporta más de un cuarto del total de ingresos que cuenta el Estado”, dice.

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A esto hay que agregar, como factor que aumenta la complejidad, que son impuestos que dependen de los tres niveles de gobierno. Son muy importantes para el financiamiento del gasto nacional y decisivos para los presupuestos de la mayoría de las provincias y municipios. En conclusión, “resignarse a tolerar impuestos que dañan la competitividad porque peor es volver al déficit fiscal no es la única ni la mejor alternativa”, subraya. “Mucho más consistente con los desafíos que plantea el entorno macroeconómico es diagramar una estrategia coordinada entre los tres niveles de gobierno para que los mejores impuestos (IVA, Ganancias, Impuesto al patrimonio) generen los recursos que se necesitan para compensar las pérdidas que provoca la eliminación de los malos impuestos. El “Súper IVA”, absorbiendo Ingresos Brutos y tasas municipales que gravan las ventas, es el mejor ejemplo”, finaliza.